miércoles, 27 de noviembre de 2013

UNOS MÍNIMOS MORALES DE JUSTICIA


Los Derechos Humanos son un conjunto de exigencias éticas que preceden a todo orden legal de cualquier país, un “horizonte de valores humanos” universalizable por encima de creencias, religiones y filosofías. Son un intento de que los seres humanos utilicen su razón y su libertad para construir un mundo mejor, una “utopía razonable”. Los Derechos Humanos se presentan como una especie de “DERECHOS MORALES” ya que son exigencias éticas, valores que deben ser respetados por todos los seres humanos y que deben ser garantizados por los gobiernos de todos los pueblos.

Los derechos humanos son exigencias elementales que puede plantear cualquier ser humano por el hecho de serlo, y que tiene que ser satisfechas porque se refieren a unas necesidades básicas, cuya satisfacción es indispensable para que puedan desarrollarse como seres humanos. Son unos derechos tan básicos que sin ellos resulta difícil llevar una vida digna. Por ser tan necesarios para  la persona se dice que son:

> INNEGOCIABLES: ninguna sociedad debe negar la protección de esos derechos a sus miembros. Si, por ejemplo, carece- de los medios necesarios para satisfacer en un momento dado lo que vamos a llamar "derechos económicos, sociales y culturales" de todos sus ciudadanos, no puede conformarse alegando que le resulta imposible; ha de esforzarse por conseguir los medios necesarios y por distribuirlos de tal modo que todos vean satisfechos sus derechos.

> UNIVERSALES: se le deben reconocer a todos los seres humanos, sin excluir a nadie. Se trata de una exigencias mínimas que se les deben garantizar en reconocimientos de su condición de humanos.

Además, todas las sociedades tienen que contribuir en el contexto mundial para lograr que se respeten los derechos de todas las personas, sea cual fuera la sociedad concreta a la que pertenezcan.
Para concluir, me gustaría hacer hincapié en que los Derechos Humanos son unos mínimos de justicia imprescindibles para construir un mundo más justo y humano en el que podamos convivir en paz y armonía todas las razas y todas las culturas. En definitiva, se trata de una utopía razonable que depende de nuestro esfuerzo que se haga realidad. Y, generalmente, el problema fundamental no está tanto en el reconocimiento de estos derechos sino en su puesta en práctica, pues la violación de los mismos no sólo se produce en los países pobres sino también en
los países que tenemos la ironía de llamarnos desarrollados.